
Con 68 años de edad y debido a un problema cardiaco, que lo aquejaba desde la década el ’80, el 3 de noviembre del año 2006, en la ciudad de Cleveland, falleció Alberto Spencer Herrera. Fue uno de los mejores delanteros sudamericanos del siglo XX según un ranking de la FIFA. También fue uno de los mejores jugadores que vistió la camiseta aurinegra y es el máximo goleador de la Copa Libertadores con 54 goles. En el año 2009, la quincuagésima edición de citada Copa llevó su nombre como homenaje.
Su trayectoria deportiva en Peñarol
Hijo de un jamaiquino de origen británico, Spencer nació en Ancón, un poblado de la Península de Santa Elena, en Ecuador, el 6 de diciembre de 1937.
Comenzó su carrera deportiva en el Club Los Andes. Luego, su hermano Marcos lo llevó a jugar al Everest, donde él jugaba. En aquel entonces tenía 15 años. Con dicho equipo debutó en 1955 contra el Emelec.
Pero un año importante para Spencer fue 1959. Ese año, en el Sudamericano Extraordinario realizado en su país, tuvo una destacada actuación con su selección. A raíz de eso Peñarol contrató al delantero a cambio de 10.000 dólares por su pase.
“El técnico de Peñarol, que era Hugo Bagnulo, me mandó a buscar con el Pibe Ortega a las tribunas, tras el partido (contra Peñarol). Pensé que era una broma. Ortega me insistió, fui al vestuario de Peñarol y ya ve hasta dónde llegué…”, le dijo Spencer al medio ecuatoriano Revista Estadio en una entrevista en diciembre de 1999.
Con el mirasol debutó el 8 de marzo de 1960 en un encuentro amistoso contra Atlanta, equipo del ascenso argentino. En ese partido convirtió tres goles. Luego contra Tigre anotó dos tantos.
Sus primeros dos años en el club no pudieron ser mejores: salió campeón uruguayo y de la Copa Libertadores. Pero en 1961 se consagró también campeón intercontinental al vencer al Benfica en la final.
El año 1962 fue especial para él y para el aurinegro; “cabeza mágica”, como le decían, por segundo año consecutivo fue el goleador del campeonato uruguayo y el mirasol logró su primer quinquenio de oro.
“Es una satisfacción enorme. Nacional (…) había logrado de 1943 a 1948 los títulos uruguayos, y ellos se ufanaban (burlaban) diciendo que eran los únicos que podían lograr eso”, recordó Spencer.
Luego de ganar dos campeonatos uruguayos en 1964 y 1965, en 1966 volvió a salir campeón de América y del Mundo, tras derrotar 2 a 0 en Montevideo y en Madrid al Real Madrid. Tres de los cuatro goles carboneros los hizo “cabeza mágica”. Por su gran actuación, el Inter de Milán se interesó en él, pero la directiva manya pudo retenerlo.
En los ’60 también se coronó campeón en 1967 y 1968. Pero a finales de 1970 decidió abandonar el club y volver al fútbol ecuatoriano.
“Fue una decisión difícil de tomar, pero pensé que había terminado mi ciclo en el club y decidí salir de buena manera”, señaló Spencer. Y Agregó: “no me fue mal porque después jugué en Barcelona, salí campeón en 1971 y jugué las Copa Libertadores de 1971 y 1972”.
Los números en el carbonero hablan por sí solos: en los diez años que estuvo en el club marcó 326 goles entre partidos oficiales y amistosos.
“La mayoría de las temporadas fueron satisfacciones. Aunque también perdimos partidos y clásicos importantes, pero creo que no es fácil ganar 3 Copas Libertadores; 2 Intercontinentales; y un montón de títulos uruguayos”, sentenció Spencer.
Selección, números y hasta siempre
A Spencer muchas veces le ofrecieron nacionalizarse uruguayo, pero nunca quiso. Sin embargo, jugó cinco partidos amistosos con la selección uruguaya anotando un gol. Pero un gol importante, ya que fue en el legendario Wembley en 1965.
“Mi actuación en Wembley marcó un hecho en la historia del fútbol uruguayo porque fue el primer gol que convirtió una selección uruguaya en ese legendario estadio en Londres”, relató “Cabeza mágica”.
Se retiró en 1972 jugando para el Barcelona de Guayaquil de su país.
En toda su carrera como jugador, entre partidos oficiales y amistosos marcó 451 tantos; 445 en los equipos donde jugó, cuatro con la selección ecuatoriana y uno en la selección uruguaya. Es el máximo goleador de la Copa Libertadores con 54 goles (48 los hizo defendiendo a Peñarol y seis con el Barcelona). También esta como segundo goleador de la Copa Intercontinental con seis tantos. Solo es superado por Pelé, que tiene siete.
Luego de su retiro, en los ’80 el gobierno ecuatoriano lo designó como Cónsul de su país en Uruguay, cargo que desempeñó hasta el día de su muerte.
Su adiós se produjo el 3 de noviembre del 2006 en la ciudad norteamericana de Cleveland, en Ohio. Allí había ido a hacerse un análisis de rutina producto de un problema cardíaco que lo aquejaba.
“Con la muerte de Spencer no sólo el fútbol, sino el deporte ecuatoriano ha perdido a una de sus más grandes glorias”, declaró Carlos Villaus, vicepresidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
También con su muerte empezaron a llegarles los reconocimientos. Ya había sido elegido como el mejor futbolista ecuatoriano del siglo XX.
El Barcelona de Guayaquil lo homenajeó poniéndole su nombre al estadio guayaquileño. “(…) Llevará el nombre de Alberto Spencer como un justo reconocimiento al más grande futbolista de todos los tiempos de Ecuador”, dijo Galo Roggiero, presidente del club, a la emisora CRE.
Aquí en Uruguay fue reconocida su trayectoria en el Palacio Peñarol por los hinchas aurinegros cuando sus restos llegaron al país. De hecho, descansan en nuestro país como fue su última voluntad.
“Llegó del trópico y trajo el instinto de supervivencia de ciertos seres porque otros, minúsculos adversarios, trataron de eliminarlo. No lo lograron. El fútbol del mundo le recuerda como el goleador más elegante y gentil pues sus goles no ofendían de tan hermosos”, remarcó el periodista Franklin Morales.
Damián Tiscornia
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