Carismático y buena persona, Jorge Vivaldo fue de esos arqueros que sobresalió en el fútbol argentino desde 1998 hasta su retiro, como él mismo reconoce. Con un look similar al de Hugo Orlando Gatti, el "Flaco" fue figura en Chacarita Juniors luego de que la institución de San Martín lograra el ascenso a Primera división en 1999.
En esta primera parte de la entrevista, el nacido el 18 de febrero de 1967 en Luján, habla del recordado ascenso con el "Funebrero" y cuenta por qué tardó en ser reconocido. "Debuto
allá por el año '87 en Arsenal de Sarandí y la “B” no se
televisaba, no se transmitía, no éramos muy conocidos. Recién ahí
por el año '92, '93 empezaron las primeras televisaciones", dice.
Además, relata a qué técnicos tiene como referentes y habla del presente que vive Chacarita. "El club hoy está un poquito acéfalto, manejado por barrabravas y no por dirigentes. Y bueno, yo creo que esa es la consecuencia que estamos viendo hoy en día, de que la institución tenga problemas, más que nada sociales", dice.
_ Cuénteme cuáles cree que fueron sus mejores momentos en su carrera
deportiva.
_ Mirá,
yo creo que por ahí lo que más dimensión ha tenido fue después
del ascenso con Chacarita a Primera, en el año '99 para acá. Yo ya
tenía 32 años, pero antes había jugado solo en el ascenso. Había
estado en Colón, pero no me había tocado jugar. Y ahí fue donde la
gente por ahí me descubrió. En el fútbol de Primera. Fueron cuatro
años que jugué en “Chaca”, dos años en Olimpo, el año después
en Tiro Federal. Tuve la suerte de jugar en Primera división hasta
los 39 años, 40. Y después hasta los 42 de haber jugado en el
ascenso. Yo creo que después de los 30, fue como que maduré (y)
disfruté muchísimo más mi carrera. Yo creo que eso, me benefició
muchísimo.
_ Recuerdo que ese plantel, tenía muy buenos jugadores. ¿Cómo evoca a aquel plantel?
_ Uff, la verdad que fue un equipazo ese que ascendimos. Estaba Alex Rodríguez, el uruguayo que era un jugador distinto. El hermano de (Rolando) Schiavi (Fabio), el "Gato" Mignini, el "Burrito" Ribero, que recién aparecía y tenía 17 años. Después, ese mismo equipo, solamente con los refuerzos de Robert Lima y Serafín García, los hermanos (Rubén y Diego) Capria y "Charucha" Müller, salimos quintos en el torneo de Primera. Hicimos un campañon.
_ ¿Y dónde estuvo la clave para que ello sucediera?
Y ese equipo, tenía eso. De estar muy bien desde lo económico, se había armado un grupo hermoso y siempre se caracterizo por tener muy buenos grupos humanos. Eso fue la clave. Muy buenos grupos, muy buena gente la que venía. (...) Fue una época muy buena.
_ ¿Y qué opina del momento por el que atraviesa el club hoy en día?
_ Es un club que está muy mal económicamente. No ha tenido en estos últimos años buenas dirigencias. Es un grande muy venido a menos. Desgraciadamente la gente que estaba antes, que estaba haciendo bien las cosas, hoy ya no está. El club hoy está un poquito acéfalo, manejado por barrabravas y no por dirigentes. Y bueno, yo creo que esa es la consecuencia que estamos viendo hoy en día, de que la institución tenga problemas, más que nada sociales. Está en una zona complicada, que es San Martín, (con) mucha villa miseria. Hay mucha puja por el poder para ocupar lugares que no se corresponden con el fútbol. Es el nunca acabar del fútbol argentino.
_ Anteriormente, dijo que le recién a los 32 años tuvo cierta notoriedad. ¿Por qué cree que le costó llegar a ella?
_ Yo
debuto allá por el año '87 en Arsenal de Sarandí y la “B” no
se televisaba, no se transmitía, no éramos muy conocidos. Recién
ahí por el año '92, '93 empezaron las primeras televisaciones.
Justamente Julio Ríos estaba relatando para canal 9, “Bambino”
Pons que recién aparecía. Y ahí nos empezaron a conocer un poquito
más. Era muy difícil pegar el salto del ascenso a Primera, cosa que
hoy se da con naturalidad. De hecho, yo no tengo imágenes de mis
primeros siete, ocho años de carrera porque no los transmitía
nadie, no los daba nadie.
_
¿Considera que algo parecido le sucedió a Ricardo Caruso Lombardi, que siempre
dirigió en el ascenso?
_ Si,
es verdad. Y bueno, hay muchos técnicos, como el caso del "Ruso" Zielinsky también. No eran tan conocidos en
Primera, a pesar de que habían jugado, pero hoy están dirigiendo y
les ha ido muy bien. Caruso cuenta que si no hubiese sido por
Maradona, que lo recomendó en su momento, él nunca hubiese
dirigido en Primera. Pero mirá lo bien que lo ha hecho.
_ Ahora que es técnico, ¿ a quién tomó como ejemplo a seguir para su carrera?
_ Mirá,
tuve muy buenos entrenadores. Excelentes, excelentes. He tenido a "Pancho" Ferraro, he tenido al "Profe" Córdoba. Uno de los tipos que
más me gustaba cómo conducía los grupos, era "Chiche" Sosa. "Chiche" era un tipo que siempre estaba igual. Le ganábamos a Boca o
perdíamos con el último, y el tipo el lunes era el mismo. Estaba
tranquilo, nunca tomaba una decisión en caliente. Siempre era
pausado, siempre era tranquilo. Me encantaba cómo veía el fútbol. Después yo fui tomando de todos los
técnicos que fui teniendo, cosas. De (Julio César) Falcioni, de los que te
nombraba, he tenido a (Enzo) Trossero, he tenido a Ricardo Rezza, que es
otro técnico que trabajaba muchísimo. De todos, iba tomando
cosas.
_ ¿Y cómo aprendía cuando era arquero?
En mi época de golero, no había entrenador de goleros.
Entonces aprendíamos mirando. Y miraba a (Hugo) Gatti, miraba a (Ubaldo) Fillol, que
eran diferentes estilos, pero iba tomando cositas. Yo creo que eso es
lo mejor: ir nutriéndose de todas las cosas y fundamentalmente, hoy
en día creo que la clave de los técnicos es estar bien relacionado
con los jóvenes. La juventud hoy es diferente a cómo éramos
nosotros. Los chicos ahora tienen otras capacidades. Están
preparados para hacer cosas que nosotros antes ni siquiera sabíamos
que existían, entonces uno no se puede quedar lejos.
_
¿Crees que se los prepara cada vez más a jóvenes para que sean profesionales a temprana edad?
_
Seguro, seguro porque el sacrificio que uno hace, entre comillas, es
el más lindo. Es el del cuidarse, el del estar bien. Porque es lindo
laburar al sol, es lindo laburar en lo que te gusta, de la pasión
que uno tiene. Es único. Y yo se los digo siempre: uno es
privilegiado porque uno de los filtros más grandes que hay, debe ser
el del poder jugar al fútbol. Yo les decía a los chicos: “pongánsen
a pensar aquellos que vienen jugando de los ocho años al fútbol,
¿cuántos compañeros han tenido?" Más de mil. ¿Cuántos han
llegado a Primera? Y por ahí te dicen dos o tres. Entonces vos sos
un privilegiado. Ese privilegio hay que honrarlo siendo buen
profesional, llegando temprano, alimentándose bien. Y el esfuerzo
que tenés que hacer, es por algo que te gusta mucho. Si vos no podés
ir a una fiesta, es porque el domingo tiene que ser más importante
para vos. Entonces, yo no me arrepiento de las
cosas que no pude hacer. Estoy agradecido a Dios y a la vida de
todo lo que hice en el fútbol, que es muy lindo.
_
¿Le gustaría dirigir un club grande?
_ Me
encantaría. Me encantaría seguir progresando. Soy joven como
entrenador porque me retiré muy grande. Hace cinco años nada más
que estoy dirigiendo y la verdad que ya estar dirigiendo un equipo de
primera de otro país, para mí es un paso adelante muy importante.
Hice algo que no había hecho en mi carrera como jugador, que era
salir de Argentina.
_ “Tuve una vida muy descontrolada”, dijo en una entrevista. ¿Por
qué?
_ Yo
empecé a jugar al fútbol grande. Yo de los 15 a los 20 (años), trabajaba.
Entonces iba a bailar, fumaba, tomaba una cerveza. No era alcohólico
ni nada, pero hacía una vida que no era la de un deportista.
Entonces, cuando me viene a buscar Arsenal, yo recuerdo que después
del entrenamiento, casi vomito. Era lamentable la situación. Y
bueno, el fútbol me fue acomodando, y Dios también, para tener una
vida mucho mejor. Ese profesionalismo que yo te digo, me enderezó, y
me enseñó una forma de vida que yo desconocía. Y lo pude hacer con
mucha naturalidad. Uno pudo haber sido un buen, mal, regular jugador
de fútbol, pero fui un gran profesional. No me guardé nada.
Y hasta los 42 años que me retiré, era el primero en llegar a
entrenar y el último en irme. Y la verdad que lo disfruté
muchísimo.
Damián Tiscornia
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