En la película La gran estafa, los personajes interpretados por Brad Pitt y Matt Damon tratan de robar 150.000.000 de dólares de tres casinos. Está película fue estrenada en 2001 bajo el título original de Ocean’s eleven. Diez años después, en el Río de la Plata, se produjo otra gran estafa, pero esta vez protagonizada por un “intermediario” y la agencia de viajes “Buen viaje”, que es propiedad del señor Carlos Caruso.
Como es de público conocimiento, entre miércoles y viernes fueron una locura las agencias de viaje para conseguir entradas en las agencias de viaje. “Tour Celeste”, que involucra a las empresas Jetmar, Guamatour, Abtour y Geant Travel, liquidó todas sus entradas muy pronto dado las pocas entradas que dispuso la AUF: 1.200 solamente para los aficionados.
Por tal razón, muchos aficionados decidieron recurrir a las pequeñas agencias que se encuentran en el centro montevideano y que ofrecían paquetes con entradas para la final. Sin embargo, hubo una agencia responsable y seria como Mtur que decidió no vender. “A nosotros, unos revendedores nos ofrecieron unas entradas, pero decidimos no vender porque no sabemos si son falsas. Queremos vender todo el año”, afirmó en dicha empresa Fabián, uno de los tantos vendedores que tiene la empresa.
Fue así que, en una empresa se comunicó que la agencia Buen Viaje estaba vendiendo paquetes con entradas. Si uno entra a su página web www.buenviajeuruguay.com se va a encontrar con la posibilidad de viajar a ver a Uruguay en la final. El paquete tuvo un costó de 395 dólares americanos con butaca por persona y 150 dólares para quienes querían ir con butaca solamente.
Sin embargo, el buen viaje, paradojalmente, nunca fue tal. La empresa llenó cuatro ómnibus, es decir 170 personas aproximadamente, de las cuales tenían entradas solamente 52.
Así lo narró Álvaro Barceló al diario floridense El Heraldo: “Compramos un boleto de ida y vuelta con la entrada, como lo dice la boleta entrega por la empresa Noria Viajes. Al salir las entradas no estaban en nuestras manos pero según la agencia había confirmación de que sí. Resulta que hasta no llegar no iban a aparecer las entradas, que nunca aparecieron, y en su lugar nos dieron unas pulseras que habían devuelto los brasileños. Pasamos por el Monumental después de 15 horas de viaje, cuando sabíamos que a Buenos Aires se va en mucho menos y bueno, nos dejaron en la Avenida 9 de Julio, y de ahí tras mucho insistir nos llevaron en unas combis hasta el estadio donde nos esperaban tres argentinos. Cuando iba media hora de partido estábamos en la puerta del estadio sin entradas y ahí llegó lo peor. Un grupo de argentinos nos empezó a organizar para entrar al estadio en grupos de ocho. Yo quedé afuera, pero otros entraron a donde estaba la gente de Paraguay (N de R.: Tribuna Sívori). Fue algo penoso, angustiante y de una sensación extraña, como de que estábamos en las manos de unos mafiosos o mercenarios. Yo agarré y no me calenté más, me fui a ver el partido a un bar. Otros hicieron lo mismo, otros entraron pero no disfrutaron”.
Lo que omitió decir Barceló es que había una persona que decía llamarse Hugo (foto de arriba) que supuestamente era el nexo entre las entradas y la agencia. En la agencia, a muchas personas le dieron una carta sin firma del dirigente de River Plate Mariano Mera Figueroa (foto de abajo).
El señor Caruso alega haber sido estafado en su buena voluntad en Argentina. A los damnificados no les importa eso. Lo que sí les importa es que ellos fueron estafados por él directa o indirectamente.
Damián Tiscornia
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